Terrorismo internacional Vs Falsificación de documentos
FOXid, como servicio experto en la lucha contra el fraude y verificación documental, es una empresa implicada profundamente en la colaboración con los diferentes Organismos Internacionales de Seguridad. Nuestra preocupación en la materia surge del hecho de que actualmente, uno de los problemas más candentes a nivel global es el terrorismo, delito fuertemente relacionado con la falsificación de documentos.
El terrorismo es un delito conexo a la falsedad documental, que lo largo del tiempo ha evolucionado en su fundamento, métodos y medios hasta desembocar en lo que hoy se conoce como terrorismo de índole religiosa. Para ser más exactos, el terrorismo actual son acciones violentas llevadas a cabo por una rama del islam conocida como salafista yihadista, la cual interpreta el Corán de una forma muy extremista.
En España operan desde la década de los noventa, mucho antes del atentado en USA del World Trade Center y de que Occidente empezara a ver a los radicales yihadistas como un problema global. Este tipo de organizaciones se fragmentan en células, las cuales, gracias a la falsedad documental y los efectos de la globalización, actúan en prácticamente cualquier punto del planeta y logran desplazarse impunemente de un país a otro para huir de la justicia.
Entre los efectos directos de dicha globalización están el inmenso flujo de información que facilita la radicalización, y la desaparición de las fronteras físicas, que es debida principalmente a razones económicas o acuerdos bilaterales entre países como por ejemplo “el espacio Schengen”, permite en muchas ocasiones el libre tránsito entre países de personas y mercancías.
A pesar de que el 11S tuvo como consecuencia positiva una profunda reforma y aumento de las medidas de seguridad aeroportuarias la situación con respecto a la identificación de documentos falsos no ha mejorado significativamente. Esto se traduce en que prácticamente la totalidad de los terroristas que luchan en el extranjero cruzan por fronteras con documentos y viajando en bussines class, no como ilegales.
Existe no obstante esta falsa creencia que se ha difundido, por figuras públicas tan relevantes como Donald Trump por ejemplo, obedeciendo exclusivamente a motivos de carácter político puesto que las evidencias demuestran todo lo contrario. Hasta la fecha, el 100 % de los terroristas que han pisado suelo estadounidense han entrado, no a través de la frontera de México como ilegales, sino legalmente a través de la de Canadá.
El problema que supone el uso de documentación falsa en la lucha contra el terrorismo es, junto a la ausencia de fronteras físicas y la cooperación escasa entre los cuerpos de seguridad de los distintos países, la dificultad que surge para la identificación, dando lugar a que una vez detenidos sea realmente complicado atribuirles o relacionarlos con otros delitos de índole terrorista cometidos anteriormente o en otros lugares. De ahí la importancia sumamente grande de autentificar los documentos de las personas detenidas por este tipo de delitos a fin de hallar su identidad real.
Si se compara la dureza que el Código Penal determina para los delitos de falsedad documental y terrorismo, la del segundo es sumamente más elevada, dando lugar a que a la hora de determinar las penas el delito falsedad documental quede en un segundo plano. Por ello, no es de extrañar que el papel de la misma sea obviado en algunos de los atentados más sanguinarios de los últimos años.
Aunque la información está al alcance de todo el mundo en fuentes abiertas, pocos recuerdan o saben que Mohamed Atta, el terrorista que estrelló el primer Boeing 737 contra la Torre Norte del WTC estuvo en Murcia unos meses antes del atentado comprando los documentos que le permitieron a él y a parte de los terroristas de la célula de Hamburgo entrar en EEUU, recibir dinero desde el extranjero para financiar el atentado e incluso escapar a Oriente Medio.
Tampoco se prestó mucha atención al hecho de que Jammal Ahmidan, alias “El Chino”, integrante de la célula que perpetró el atentado del 11M en Atocha y habitual de las cárceles españolas, poseía 14 identidades diferentes, y usando el nombre de Youssef ben Salah, alquiló la casa donde se fabricaron las bombas utilizadas en el atentado. Caído en el olvido queda también el hecho de que en el trayecto desde Asturias hasta Madrid, con el coche cargado de explosivos, fue detenido y multado por la Guardia Civil en tres ocasiones diferentes, de las que salió impune gracias a una identidad limpia.
Anis Amri es un ejemplo más de como una identidad falsa puede facilitar la comisión de un atentado. El 19 de diciembre del 2016 atropelló a múltiples viandantes tras haber escapado en tres ocasiones de la policía gracias a las 6 identidades que llegó a poseer. Entró en Alemania junto a una partida de refugiados donde se le identificó como individuo radicalizado tras lo cual se le monitorizó por un tiempo hasta que se le perdió la pista, y a pesar de que en otra ocasión se vio involucrado en una pelea con arma blanca no se relacionó esa identidad con la anterior. En su tercer encuentro con la policía estos determinaron que el documento identificativo que mostró era falso y trataron de exportarle pero su país de origen no le reconoció como ciudadano así que fue puesto de nuevo en libertad, ocasión que aprovechó para cometer el atentado.
Queda patente que la falsedad documental es un medio para cometer otros delitos de mayor gravedad para los bienes jurídicos fundamentales. Siendo así, y sabiendo que es posible la prevención solo queda en el aire una pregunta de respuesta dolorosa.
¿Cuántas vidas podrían haberse salvado si estos documentos falsos hubieran sido descubiertos?
Vanesa S. Alb
Experta en Falsedad Documental